martes, 22 de julio de 2008

UMA


SOBRE LA MUERTE
En pocos días, he perdido a dos personas. Ambas fueron importantes en mi vida, aunque hacía años que había perdido el contacto diario y cotidiano con ellas que en otro tiempo tuve.
Uno de ellos era mi padrino, un hombre joven (con 62 años ahora se es joven), padre de dos hijos ya mayores, con una mujer que lo adoraba. Se me saltaron las lágrimas que había conseguido reprimir hasta entonces, cuando mi madrina dijo, al ver cómo le sacaban del tanatorio para incinerarlo: Adiós, amor mío. Era un hombre sano, y por eso el cáncer se lo llevó en pocos meses, sin dar tiempo a asumir tal desenlace.
El otro era mi tío, marido de la hermana de mi madre. Un hombre muy mayor y muy enfermo desde hace casi diez años. La muerte, en este caso, era esperada desde hace tiempo. Mi tía está sumida en una profunda depresión. Los últimos años de su vida se ha ido consumiendo, gastando sus escasas fuerzas en sacar adelante a su marido, en cuidarlo, en mimarlo. Y ahora se ha ido. De pronto ya no tiene nada que hacer, ya no tiene a quién cuidar. Su vida, de repente, se ha tornado inútil.
Y todo esto me hizo pensar... yo vi la muerte de mi tío como una liberación, para él y para todos los que le querían bien. Y desde luego para su familia. Pero la muerte de mi padrino la sentí como una puñalada trapera, a traición, sin motivo.
Todo sería más fácil si fuéramos capaces de adoptar la muerte como parte de nuestra vida. En Occidente evitamos hablar de ella, la encubrimos, queremos ignorarla. Deberíamos entender que la muerte es lo único seguro de nuestra vida, y que no es un final, sino un intermedio, un paso inevitable hacia otra cosa. Todo el mundo debería visitar una vez en la vida la ciudad de Benarés, donde los hindúes van a morir pues, según la creencia popular, si mueres en esta ciudad sagrada, se acaba tu ciclo de reencarnaciones, y tu alma se libera para siempre. No importa las creencias que se tengan. Importa ver con que naturalidad miran a la muerte de cara, frente a frente, quemando a sus muertos en los "gats", tirándolos al Ganges, celebrando la muerte. Es envidiable esa percepción de la vida, y de la muerte como parte de la vida. Deberíamos intentar adoptar esa actitud. Nos resultaría mucho más fácil enfrentar estas situaciones.
Perdonad que no sea un tema muy grato, pero es de lo que me apetecía hablar. Y además, es algo que nos toca a todos, y algo que nos va a llegar nos guste o no. Dejemos de evitar lo obvio.
Om Shanti. Uma.